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Entre «Canallas sentimentales»

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Recuerdo que tenía tiempo buscando libros de Jaime Bayly, pero parece mentira, en Caracas eso es tan difícil como conseguir huevos, leche y azúcar en el supermercado. No lo hay en ningún sitio. Tenía curiosidad de conocerlo como escritor, aunque de antemano sabía que podría ser el más sarcástico y ácido del mundo, y no me equivoqué, lo percibí en su publicación de 2008: «El Canalla sentimental».
Jaime Bayly es un periodista peruano rodeado de críticas y admiraciones. Es de esas personas que es amado y odiado con la misma intensidad. No es en vano, eso se lo ha sabido ganar.

Desde que comencé a leer el libro tuve dudas. Hay tantas cosas que se me parecen a él, aunque no lo conozca, que no supe distinguir entre realidad y fantasía. El personaje se parece tanto a su autor que da miedo.

Me divertí la mayor parte. Me divierte pensar que realmente exista gente que exprese lo que siente, sin importar qué pensarán los demás.

El personaje del libro -Jaime Baylys, con ‘s’ al final- hace lo que le da la gana con una libertad que envidio plenamente. Se confiesa enamorado de su novio Martín y expone los contratiempos de ser bisexual y estar divorciado de la madre de sus dos hijas. Aquel hombre se divide entre dos mundos que en nada se parecen, pero él intenta sobrevivir en ambos aunque sabe, que a la larga, no podrá con todo aquello.

«Me gusta ir contra la corriente, pero sólo si sirve a mi cuenta corriente. Soy un mal escritor, pero una buena persona», dice Jaime Baylys, el protagonista del libro. Un tipo descuidado, de mal carácter y extremadamente friolento. Adicto a unas pastillas que le calman una enfermedad que no sabe cuál es, ni de dónde proviene. Suele ser amable con las personas que ama, pero ni él mismo se soporta. Quizá odia tanto a su programa de televisión, como a su propia vida. Yo lo describiría como el ser más autodestructivo. Sin embargo, tiene algo que lo hace encantador. De todo esto, aún no sé si la descripción le pertenece al personaje del libro o a su propio autor.

No hay que juzgar en ninguno de los dos casos. Más bien, sería tonto pensar que nosotros no hemos sido «canallas sentimentales». Lo creo sin dudar. En algún momento hemos hecho algún daño, por muy minúsculo que sea. De por sí, los seres humanos somos autodestructivos. Basta con echarle una miradita a algún diario local.

Written by Iralyn Valera

enero 15, 2010 at 3:50 pm

Publicado en Qué Leer

Regresó el "Idiota latinoamericano"

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«Lo malo no es haber sido idiotas, sino continuar siéndolo»
Manual del perfecto idiota latinoamericano

Por fin lo terminé. Es un libro que se debe leer por partes, con calma y sin prisa. Ir ‘degustando’ cada dato importante que sus autores -Álvaro Vargas Llosa, su padre Mario Vargas Llosa, Carlos Alberto Montaner y Plinio Apuleyo Mendoza- dejaron al descubierto. Cuando lo comencé a leer me impresionó tanto su similitud con la realidad política de Venezuela, que no podía creerlo.

Aquella mañana corrí a escribirle a Carlos Alberto Montaner y entre otras cosas me dijo: «El libro lo escribimos en 1995». No entendía cómo era posible que el contenido de aquellas páginas se parecieran tanto a Hugo Chávez cuando él, para esa época, era un cuerpo político sin alma. Era imposible que estos escritores conocieran -para aquella época- el futuro de Venezuela.

A medida que leía comprendía que no se trataba de una predicción, más bien de una realidad histórica de América Latina que parecía repetirse. El Presidente venezolano resultó ser un clon. Un político repetido y prefabricado. Sus ideas y sueños revolucionarios ya le pertenecían a otros. Es una copia ordinaria. Uno más del montón.

¿Se imaginarían sus autores que cuatro años después renacería entre América Latina la perfecta representación del ‘Idiota latinoamericano? No lo creo. Es por eso que años después, ellos mismos se volvieron a reunir para escribir la segunda parte de ésta historia, ahora titulado: ‘El regreso del idiota’. Un caso que no parece tener un final cercano.

El libro expone cifras, testimonios, teorías y experiencias del por qué ha fracasado -a través de los años- la ideología socialista y totalitaria. Narra cómo ése perfecto idiota latinoamericano «hará responsable de la pobreza no sólo a los ricos (que todo lo tienen y nada dan), sino también a los injustos términos de intercambio, a las exigencias del Fondo Monetario Internacional, a las políticas ciegamente aperturistas que nos exponen a competencias ruinosas en los mercados internacionales y a las ideas neoliberales».

«Si hay guerrilla en su país, ésta será llamada comprensivamente ‘la insurgencia armada’ y se pedirá con ella diálogos patrióticos aunque mate, secuestre, robe, extorsione o torture». Cualquier similitud con la realidad ya no me parece casualidad, sino causalidad.

Relatan cómo éste perfecto idiota reclama el derecho soberano del país para administrar sus propios recursos. «Lo cierto es que los pobres no habrán dejado de ser pobres, los precios seguirán subiendo y los servicios públicos, educativos, de transporte o sanitarios, serán tan ineficiente como de costumbre». Quizá, hasta se dé el caso de que las cosas se pongan mucho peor.

Más adelante dejan una frase que dice: «Aquella plata no es suya, sino plata del Estado, y la plata del Estado es de todos, es decir, de nadie». Esto me recuerda al eslogan del Gobierno venezolano que dice: «Ahora Venezuela, es de todos» (…) la verdad, es que ya ni siquiera la siento mía.

En su tercer capítulo, sus autores describen el libro que se convierte en toda «biblia» del idiota, en el cual, «recogen casi todas las tonterías que circulan en la atmósfera cultural de eso a lo que los brasileros llaman ‘la izquierda festiva’. Me quedé sin aire cuando supe que se referían al libro «Las venas abiertas de América Latina», escrito por Eduardo Galeano a finales de 1970. El mismo libro que -con cierta superioridad intelectual- Hugo Chávez le obsequió al presidente estadounidense Barack Obama, cuando se encontraron por primera vez. Ciertamente, el jefe de Estado venezolano se refiere a éste libro como si se tratara de un texto sagrado.

Álvaro Vargas Llosa, Montaner y Apuleyo Mendoza, exponen esa fobia que le suelen tener los caudillos a Estados Unidos. Hablan de ese mercado que -según el idiota- nos explota y nos prostituye. Queda claro que Estados Unidos podría prescindir de nuestras exportaciones si así lo quisiera, pero eso sería devastador para nosotros, porque en Venezuela no hemos sido capaces de desarrollar un mercado nacional que sea capaz de sostenerse por sí solo. Tampoco estamos preparados para esa época post petrolera.

Asimismo, dejan claro que la culpa de nuestros propios fracasos políticos y sociales nada tienen que ver con las grandes potencias mundiales. Nosotros mismos, somos los responsables de ser hoy quienes somos. Tampoco es cierto que exista algún país sin pobreza y sin diferencias políticas. Aquella igualdad que predican es utópica. «La lógica es apabullante: ‘no habrá pobreza cuando no haya diferencia’, dicen los idiotas.

«¿Significa esto que cuando todos sean pobres no habrá pobreza? Porque todos los gobiernos que se han propuesto eliminar la pobreza a través del método de eliminar las diferencias han conseguido, efectivamente, reducir mucho las diferencias, pero no porque todos se hayan vuelto ricos, sino porque casi todos se han vuelto pobres (…) No se han vuelto todos pobres, por supuesto, porque la casta de poder que dirige estas políticas socialistas siempre se vuelve rica ella misma.»

Esto también está bastante reflejado entre las calles de asfalto venezolanas: «Lo que le quita a los ricos se lo guarda y lo que le quita a los pobres, también».

Y es allí dónde uno se pregunta: Si Cuba es un paraíso ¿Por qué todos los cubanos desean huir en cualquier medio de transporte que flote? En La Habana está la mejor representación del fracaso.

«¿Qué incentivo puede tener un cubano para producir más si sabe que nunca podrá tener derecho a la propiedad privada? Si el incentivo de la desigualdad desaparece, también desaparece el producto total, la riqueza en su conjunto». Ciertamente, y como lo exponen sus escritores más adelante, las manifestaciones de oligarquía no desaparecen acabando con el dinero, sino desapareciendo el sistema que los hizo posibles.

Estos caudillos desarrollan una habilidad para convertirse en ‘justicieros’. En un tipo de mesías que llega a proteger a los más pobres. Creen tener la encomienda de resguardar los intereses de los desposeídos. Una mentira dicha cien veces, puede convertirse en verdad. El idiota latinoamericano termina por creer que es el elegido.

«En vez de corregir desigualdades, el Estado las intensifica ciegamente. Cuando más espacio confisca a la sociedad civil, más crece la desigualdad, la corrupción, el despilfarro, el clientelismo político, las prebendas de unos pocos a costa de los gobernados.»

El discurso es igual. Parece ser víctima de un «copy-page» revolucionario. Lo que me impresiona es que aún funciona y sigue conquistando masas. Hugo Chávez, al igual que otros políticos fracasados, hablan de izquierda y derecha, de ricos y pobres, de una Caracas del Este y una del Oeste. De oligarcas y marginados. Del imperio. De la conspiración. De las invasiones extranjeras. Del magnicidio. De la deformación histórica de Bolívar y de esas ganas indomables de querer gobernar para siempre. Terminan por creer que sin ellos, no hay mañana posible. Que equivocados están.

Written by Iralyn Valera

diciembre 24, 2009 at 12:42 pm

Publicado en Qué Leer

Ramón Guillermo Aveledo y el "sueño" de siete dictadores

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Ramón Guillermo Aveledo, es un abogado venezolano que nació en las tierras cálidas de Barquisimeto. Es autor de más de diez libros que desdibujan temas políticos, jurídicos e históricos. En esta última oportunidad, recopiló cientos de datos importantes, sobre siete grandes dictadores que la historia política del mundo vio nacer y en algunos casos, morir.
Aveledo desarrolló un trabajo espléndido de investigación, para ayudar a la gente que como yo, intenta buscar el sentido del presente que vivimos. De alguna manera, como dejó claro en este libro, la situación actual de Venezuela no es cosa nueva. Muchos países han pasado por gobiernos totalitarios. Muchas personas ya recorrieron el difícil camino que hoy desafortunadamente, caminamos nosotros, los venezolanos.

El libro quizá intenta responder en qué se parecen: Mussolini, Franco, Stalin, Mao, Trujillo, Fidel Castro y Hitler. Todos ellos, crueles y despiadados dictadores que pusieron a pueblos enteros de rodillas. Todos desarrollados en circunstancias diferentes, en tiempos distintos y en lugares que no se parecen.

Sin embargo, todos tienen un mismo hilo que los une: La ambición desmedida de poder. Todos en el fondo se parecen mucho y aunque no incluyen a Hugo Chávez en la lista, podría decir que como el propio «Frankenstein», pareciera haber sido construido para tener un poquito de cada uno de ellos.

El final de las siete historias también se parecen, casi todos fracasaron y murieron a manos de la justicia, de la conciencia, del miedo, de la traición, de la contra revolución, de los cambios inevitables, del paso del tiempo, del futuro, del avance. El único que aún se mantiene en pie es Castro, pero no dudo por un segundo que también terminará de manera muy similar. Y de Hugo Chávez, su vida política depende del precio en que esté el «oro negro» y de seguro, correrá la misma suerte que sus mentores.

«Tres de ellos murieron en el intento. Otros tres lo hicieron en su cama, pero casi desde su velorio su legado empezó a ser cuidadosamente desmontado, o desatado (…) El otro -Castro- anda por ahí todavía, como un fantasma de sí mismo, como un dinosaurio en el Parque Jurásico que se ha construido en algún lugar secreto desde donde oficia algunos ritos residuales y avizora, tan inconforme como indefenso, en un punto del horizonte la aproximación, lenta e inexorable de los cambios que vendrán», escribe Aveledo. Cambios que llegarán, más temprano que tarde. Quiera o no, el líder cubano algún día sólo será un mal recuerdo. Los gobiernos pasan y los países quedan. El cambio es inevitable. Espero que Fidel Castro esté vivo para que también pueda ver caer su «imperio de papel».

El prólogo del libro estuvo a manos de la «gruesa» pluma de Teodoro Petkoff y para él, además de la ambición de poder de todos estos dictadores, también los une «el terror y su derivación, el miedo». Según Petkoff, sin «terror no hay dictadura» y no se lo discuto, porque en Venezuela ya somos muchos las víctimas de su constante inyección de miedo y paranoia. Hay tanto miedo en ese país, que se respira en el aire. Te intoxica. Te paraliza.

«No se llega al reinado absoluto de la voluntad de un solo hombre, que no atiende a leyes ni instituciones sin la policía política, sin la fuerza armada transformada en guardia pretoriana, sin las salas de torturas, sin las cárceles, los prisioneros políticos y los exiliados (…) Sin el terror, en suma. Sin el miedo.» Cualquier similitud, debe ser coincidencia.

Al igual que Hugo Chávez, estos dictadores nacen de una «circunstancia social». Él llegó en medio de un desencanto político que tenía devastados los sueños de los venezolanos. Llegó en respuesta de un pasado sucio y corrompido. Llegó como un mesías. El salvador. El que traería consigo los cambios profundos para una sociedad excluida y olvidada. Aún sigo esperándolos, como espero el parque en La Carlota, como espero las calles sin niños abandonados, como los años que seguiré esperando el río Guaire que me prometieron.

«Se puede ejercer la dictadura sin un culto de masas a la personalidad, aunque no se puede ejercer mientras sobrevivan la libertad de expresión y la pluralidad informativa y opinática. Esta es la primera víctima de un régimen dictatorial», asegura Petkoff en su prólogo. Más datos para ir tomando nota.

Aveledo sin embargo, asegura que no todas las dictaduras son iguales. Expone que una cosa es la dictadura que pretende el total control de lo político, pero que se ocupa muy poco de la vida social y otra cosa, «son los sistemas totalitarios, como el fascismo, el nazismo o el comunismo, en los cuales el Estado copa la vida pública e invade la vida privada». Es bueno leerlo. Es indispensable tener una visión más amplia de la historia de estos siete hombres. Alguna lección servirá para el presente que le tocó vivir a Venezuela.

Para el director del diario Tal Cual, a la fecha que escribió el prólogo, aseguró que «por ahora, no hay una dictadura» en Venezuela. Quisiera saber si continúa pensando lo mismo ahora. Su justificación es que Hugo Chávez «quiere serlo, pero no se lo hemos permitido». Creo que se sorprendería al descubrir cuántas cosas «insólitas» ya se le han «permitido» al Mandatario Nacional. Él ha hecho lo que ningún otro presidente ha podido. Hace tiempo que cruzó la línea amarilla. Yo no sé que piensen ustedes, pero hasta ahora, yo veo a más de la mitad de la población siendo espectadores, viendo como día a día, Hugo Chávez traspasa la línea, el límite, las leyes y la Constitución. Quiero creer en la palabra de Petkoff, quiero creer que ciertamente, un día dejaremos de ser espectadores para ser protagonistas.

Written by Iralyn Valera

octubre 25, 2009 at 4:26 pm

Publicado en Qué Leer

Lo que Mark Briggs me enseñó del periodismo digital

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Hace un par de días terminé de leer el libro Periodismo 2.0, un trabajo de la mano de Mark Briggs. En este libro que te atrapa y no te suelta, Briggs intenta dejar claro las principales herramientas que los periodistas necesitan para iniciarse en esta nueva forma de hacer noticia.

Briggs entre otras cosas, recomienda el uso de los blogs como parte de un aprendizaje que sin duda alguna -para el que le gusta escribir- le dejará un dulce sabor. Los blogs se han convertido en un excelente medio de comunicación, dándole paso a una nueva forma de interactuar con los lectores. Parafraseando las palabras del escritor: El periodismo digital le dio paso a una nueva forma de comunicación, donde ya no sólo es: «Yo hablo y tú escuchas» o en este caso, yo escribo y tú sólo lees. Esta nueva forma de ejercer comunicación permite que los lectores tengan participación, que exista una interacción «lector-escritor» y de allí, pueden salir cosas extraordinarias.

Asimismo, Mark Briggs expone las herramientas necesarias que deben ir de la mano con cualquier espacio web. Aquellos programas que le darán un toque atractivo al blog, como por ejemplo, el uso de videos, postcards, Rss y buenas fotografías. Sin duda alguna, estos recursos le dan un toque mágico al asunto. La idea principal, es que con un contenido de calidad se logre atrapar el interés del lector. Es una nueva forma -por cierto, muy divertida- de hacer periodismo.

Aquí les dejo -pulsando aquí– el sitio de dónde pueden descargar el libro. Dándole el crédito a la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, quienes ponen a disposición este tipo de material. Comparto con ustedes una lectura que sin duda alguna, les dejará algún aprendizaje, porque como dijo su escritor: «El cambio es inevitable. El progreso es una opción». Hay que avanzar.

Fotografía: Flirt

Written by Iralyn Valera

septiembre 25, 2009 at 1:51 am

Publicado en Qué Leer